martes, 5 de abril de 2011

Barrax y la Media de la Roda 2011

Por fín vuelvo a la carga. Desde hace algo más de un mes, desde que corriera la Maratón de Sevilla, no había vuelto a competir, pues en su momento decidí respetar los tiempos de recuperación, justo al contrario que venía haciendo en maratones precedentes. Es aquí donde vieneni que pintada la típica expresión que reza "la experiencia es un grado", y de eso puedo asegurar que ya me va sobrando un poco a fuerza de palos.
Las dos semana tras la maratón fueron realmente tranquilas en cuanto a entrenamientos se refiere: rodajes suaves y no demasiado largos para ir recuperando la musculatura poco a poco. Pero hace unas tres semanas el plan de entrenamiento entró en la fase de carga con sesiones de series lunes y martes, y con fartlek y arrastres los jueves. Nada nuevo, pues es algo se suele hacer normalmente a principios de temporada antes de afrontar época de competiciones. Pero da la casualidad de que personalmente llevaba desde antes de verano del año pasado sin realizar este tipo de entrenamiento a causa de las lesiones que fui sufriendo a lo largo de la temporada. Es por ello que puedo afirmar que como este entrenamiento dure muchas semanas más, que me esperen con una ambulancia en la puerta de las pistas de entrenamiento, pues acabo muchísimo peor que si hubiese disputado una carrera.
Pero dejemos de lloriquear... que a lo que venía este artículo (como reza su título) es a comentar dos carreras.
La primera, Barrax, me pillaba con la incertidumbre sobre el estado físico con el que llegaba tras el ya comentado parón tras la maratón. No es una carrera excesivamente complicada en cuanto a recorrido (pocas curvas y un mini repecho de 300 metros a mitad de recorrido), pero por alguna extraña razón, todos los años la metereología juega una mala pasada. Si hace dos años el viento fue determinante, este año el verano decidió hacernos una visitilla y la temperatura durante la prueba superó los 26º. Nada raro para la temperatura a la que se suele correr en verano, pero teniendo en cuenta que durante las semanas previas hacia un frio del carajo, el contraste respentino se hizo notar. Esto, junto que ese día comí unas dos horas antes de la carrera y en cantidad, contribuyeron a que a mitad de recorrido tuviera que levantar el pie con el fin de evitar dejar un "regalito" por las calles de pueblo. Aún así, un tiempo más que aceptable.
La segunda carrera, la media maratón de La Roda (sí, el pueblo de los "miguelitos"), fundamentalmente representaba una prueba de fuego de cara a los próximos compromisos con el club (el Campeonato de España de media maratón en Gijón) para ver cómo se comporta el cuerpo en carreras de larga distancia. Como sabía que el estado de forma no es el mejor en que podría haber llegado, dicha carrera me la tomé como un largo de fin de semana: salí a un ritmo modesto durante tres kilómetros y a partir de ahí intenté correr en progesión el resto de la carrera. Afortunadamente, ni el recorrido rompepiernas (continuos repechos y giros a lo largo del circuito) ni el viento que en determinadas partes del recorrido se hacía bastante incómodo, pasaron factura y cumplí con el objetivo de correr progresivamente. Incluso en la recta de meta (de casi 1 km de longitud) me pegue el gustazo de cazar a un grupillo que llevaba a mas de 50 metros de distancia y pegarles una buena pasada.
La sensación final fue realmente buena, pues el último kilómetro fue el más rápido de todos y acabé sin sensación de ir agotado.

1 comentario:

Camila dijo...

Para los que nos gustan las maratones es un placer poder competir en distintos eventos a lo largo de todo el mundo. Nunca he tenido la posibilidad de competir en otro país, aunque si pude hacerlo en varias ciudades del nuestro. Hace poco logre obtener Vuelos a Rio Gallegos para correr allí una 10k