martes, 28 de septiembre de 2010

¿Será esta la luz al final del tunel?

Desde hace ya casi tres mese vengo arrastrando una más que molesta tendinitis aquilea, que ni me deja entrenar ni competir ni casi hacer ningún tipo de actividad física. Pero sin duda, la peor parte de una lesión así es la inactividad forzosa a la que obliga. Para una persona acostumbrada a entrenar 4 ó 5 días a la semana, se hace muyyyy duro el ver cómo la gente corre desde la ventana de tu casa. Sobre todo se pasa mucha envidia.
Y si además acudes a una carrera como espectador, ya ni te cuento.
Pero a lo que iba...
Tras 40 días de reposo total (quitando los 8 días de feria y juerga sin toque de queda), notando sobre todo una gran mejoría en los tendones al andar a ritmo rápido (ya no duelen), ayer me decidí a probar qué tal respondían los mismo frente a una carga mayor. Me volví a vestir de deportista (eso sí, notando cómo la ropa me aprieta un poco más que antes por los kilos ganados) y me dirigí con paso firme a las pistas de entrenamiento cruzando los dedos para que la lesión hubiese remitido lo suficiente.
Justo al salir de casa, y en la vista de que el semáforo estaba a punto de ponerse en rojo, pegué un pequeño trote para cruzar la calle y... molestias en la zona. Pero también es cierto que no había calentado apropiadamente los tobillos.
Obviando las moelstias, llegué a las pistas y calenté largo y tendido, intercambiando batallitas y comentarios con los compañeros a los que hacía ya bastante tiempo no veía.
Y llegó el momento de la verdad: con un objetivo de correr entre 10 y 15 minutos a un ritmo lento (entre 5:30 y 6:00), me puse en la línea de salida y salí escop... digo, trotando. La primera vuelta a la pista fue la del miedo, pues a cada pisada iba evaluando el dolor y las molestias que, aunque estaban, no eran lo sufiente mente fuertes.
La segunda vuelta fue la de 'vamos a probar en serio', pues subí ligeramente el ritmo (nunca superando los 5:20, que no hay que hacer locuras tampoco), y las sensaciones eras similares a las anteriores.
La tercera fue la de 'vamos a probar en serio otra vez no sea que...', y todo siguió igual.
La cuarta vuelta fue la de 'qué leches estás haciendo!!! para ya', y así hice, pues tampoco hay que tentar a la suerte ni abusar de una zona que no está recuparada por completo.
En total, 4 vueltas para cubrir algo más de 2km en 11:30, con sensaciones buenas.
Ya que estaba por las pistas aproveché para hacer algo de gimnasia básica (abdominales, propioceptivos, tobillos, etc...) para ir cogiendo otra vez una buena condición física, pues las dos últimas semanas de fiesta y viajes han pasado una factura muy cara en mi cuerpo.
Antes de ir a la ducha, y aprovechando que algunos compañeros estaban soltando tras los agotadores circuitos de fuerza a los que el entrenador los sometíó (si alguien pregunta lo negaré, pero me alegro de estar lesionado para escaquearme, :-)), di otras tres vueltas a la pista a un ritmo inferior al de la prueba (por encima de 6:00) y otra vez, las sensaciones fueron buenas.
Es por ello que he decidido empezar a entrenar de nuevo, tomando un periodo de 15 días para ir subiendo la carga progresivamente para no cargar demasiado la zona lesionada y, sobre todo, pq he perdido casi todo el fondo que tenía y dudo que aguantase 20min corriendo ahora.

viernes, 10 de septiembre de 2010

El Dios descalzo

El día 10 de septiembre es una fecha que muchos corredores de fondo tienen marcada en la mente. Precisamente, tal día como hoy hace 50 años, una tal Abebe Bikila completó una de las hazañas del atletismo moderno: corrió la maratón de los Juegos Olímpicos de Roma de 1960.... ¡¡¡descalzo!!!. Y por supuesto, ganó.

El siguiente video muestra una crónica impresionante de la carrera.

La razón por la que corió descalzo fue simplemente porque ninguna de las zapatillas que le dieron le resultaban cómodas para correr.
Pero este no fue el único logro que consiguió Bikila en aquellos juegos. Tras ganar el oro, se convirtión en el primer atleta africano de raza negra en conseguir una medalla dorada en unos juegos olímpicos.
¿Os imagináis lo que sería correr hoy en día sin unas buenas zapatillas? Pues ahora imaginaros hacerlo por 42 km.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Derek Remond, historia de la superación

Esta mañana un amiguete me ha pasado un video sobre Derek Redmon que ha conseguido arrancarme un par de lagrimillas por la carrera que realizó en las semifinales de 400m en la olimpiada de Barcelona. Una carrera cargada de emoción...
El siguiente video habla por sí solo.



Sin embargo, lo fantástico de su historia no se limita a dicha carrera, sino a los acontecimientos que tras ella sucedieron.
Dos años después de la olimpiada, un cirujano le dijo que jamás volvería ni a correr ni a representar a su país en el deporte. Lejos de asumir su jubilación forzosa, y siempre con la inapreciable ayuda y apoyo de su padre, Derek decidió probar en otras disciplinas deportivas.
Su primera opción fue el baloncesto, jugando en los Birminghan Bullets, donde consigió llegar a la selección nacional de Gran Bretaña. Y por supuesto, le mandó una foto autografiada al cirujano que le había dicho que nunca volvería a vestir los colores nacionales.
Tras jugar al baloncesto profesionalmente durante años, empezó a jugar al rugby (otro de sus deportes favoritos) y llegando a jugar en la primera divisón (Coventry RFC y Stow RFC) y con el punto de mira en el equipo nacional, para convertirse en el primer hombre en representar a Gran Bretaña en tres disciplinas diferentes. Sin embargo, tras realizar alguna pruebas con el England Sevens, se le negó una plaza en la selección.
Actualmente, Derek trabaja para la federación inglesa como director de desarrollo en velocidad y vallas. Su trabajo incluye identificar a nuevos atletas jóvenes, motivándolos para conseguir un mayor compromiso con su disciplina, y proporcionándoles las infraestructuras y el apoyo necesario para que progresen desde un nivel escolar a un nivel de promesa.
El trabajo de Derek debe ver sus frutos a partir del año 2012 (qué casualidad, el año de las olimpiadas en Londres), aunque viendo el último europeo de Barcelona, casi me atrevo a decir, que los resultados ya se ven.

Sin duda la de este hombre es la historia de la superación, con una lección muy simple: "cuando la vida te ponga la zancadilla, levántate y sigue adelante".